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miércoles, 24 de noviembre de 2010

¡Encantado de haberme conocido!



Estoy encantado de haberme conocido.
¡Sí, digo bien, de haberme conocido!
Y no digo de haberte conocido.
Sino de haberme conocido a mí.
¡A mí mismo!
Me vas a perdonar, pero ahora me importa más el Mí que el Tí
En otro momento hablaremos de ti.
De tus deseos, de tus ilusiones, de tus metas.
Pero ahora el que importa soy yo.
No pienses que soy un egoísta.
Aunque en un momento dado si puedo parecerlo.
Nadie es perfecto, y yo no soy la excepción.
¡Perdona, si quiero ser hoy el protagonista de la historia!
Pero no lo voy negar, así es.
Hoy quiero hablar de mí.
Aunque sin extenderme, ni colgarme medallas.
No se trata tampoco de cansar al personal.
Ni de ser pesado y aburrido.
Y mucho menos de resultar pedante.
Que es lo que les ocurre, a los que hablan mucho de ellos mismos.
Esos del Yo, Yo, Yo y solamente Yo.
Tampoco hace falta eso.
¡Tan solo, quiero decir que estoy contento de haberme conocido!
Y eso no es nada fácil, ¿sabes?
Puede que tú todavía no te hayas conocido a ti mismo.
Es probable que todavía no te mires lo suficiente en el espejo.
Y quizás cuando lo hagas, la imagen que veas sea la de un extraño.
Tendrás que seguir intentándolo.
Yo he gastado muchos espejos de tanto mirarme.
Y también he roto algunos.
Incluso, un par de ellos salieron volando por la ventana.
Muchas veces no me gustaba lo que veía.
Otras la nitidez de la imagen reflejada en el cristal era demasiado cruda.
Y para qué engañarnos, más de una vez, lo que vi me resultó insoportable.
No aparecía lo que de verdad quería ver.
Y el espejo nunca engaña, siempre te dice la verdad.
Seguro que si pones empeño en ello, al final conseguirás verte realmente como eres.
Y te pasará lo mismo que a mí, que estarás contento de haberte conocido.
¡Por fin!.
De saber de verdad como eres.
Y la alegría, no debe de ser por que lo que veas te guste.
Por que quizás no sea así.
Tu satisfacción debe de ser, cuando por fin consigues ver la realidad.
Si tienes un grano y no lo encuentras, tendrás que seguir mirando.
Pero, si lo ves, aunque no sea una imagen agradable, ¡enhorabuena!
Sabes que lo tienes.
Eres consciente de ello.
Ahora si quieres que el grano desaparezca, ya depende de ti.
Tendrás que seguir el procedimiento adecuado.
A todos nos lleva tiempo conocernos a nosotros mismos.
Algunos no se conocen jamás.
Quizás es que no lo han intentado con todas sus fuerzas.
También puede ser un problema de miopía, ¿incurable?
Lo raro es que nunca ven el grano en su cara.
Sin embargo, ven todos los granos posibles en el rostro de los demás.
Por lo que a mí respecta vuelvo a decir que:
¡Me resulta estupendo haberme conocido!
A pesar de que tengo granos en la cara.
Sé exactamente donde están y cuantos tengo.
Aunque cada día que pasa, aparecen unos nuevos.
Y desaparecen otros.
El remedio siempre está en la pomada que apliques según la necesidad del momento,
Debe ser la indicada, en su dosis justa y extenderla correctamente en la zona adecuada,
¡Por eso, estoy encantado de haberme conocido!
¿Y tú?

PD.- Todos tenemos granos en la cara, unos más que otros, pero granos al fin y al cabo. Y los granos tantos los propios como los ajenos no son agradables de ver, pero están ahí. Y en mi caso lo que más curioso me resulta, es que ahora que veo todos mis granos, tengo menos que cuando no veía ninguno, y si embargo tenía la cara llena de ellos.

Fran Álvarez.

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